viernes, 25 de enero de 2013

"Tlatelolco"

 CONJUNTO HABITACIONAL NONOALCO

Resulta una experiencia sui géneris ir a ver un documental sobre la colonia donde uno vive.  Resulta aún más extraño tener que cruzar la colonia Nonoalco Tlatelolco para ver dicho documental en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco en una sala de cine cuyo edificio puede observarse dentro del documental y al mismo tiempo ver del otro lado de la colonia,  dentro del mismo documental, el edificio de donde uno salió a ver la película.
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La austriaca Lotte Schreiber  es la culpable de que un servidor haya gozado de tan extraña experiencia y su documental es ciertamente igual de atípico. Para su buena fortuna la colonia elegida tiene su historia y goza de un vergonzozo episodio de fama nacional asi que hay material de sobra para narrar.
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“Tlatelolco” es un documental cuyo estilo visual luce mucho más interesado en el manejo del espacio arquitectónico por lo cual la cámara viaja por los distintos edificios que la integran, los cuales ya dan muestras del paso de los años. Por ello no es sorpresa que la directora sea una estudiante de arquitectura que al venir a estudiar a México haya decidido filmar un conjunto urbano modernista que además tiene la ventaja de tener una historia trágica, como la de la misma arquitectura modernista.
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El aquitecto Mario Pani, quien lo mismo creara la Torre de Rectoría en la UNAM que ayudara en la creación de Ciudad Satélite, es el culpable de crear esta zona urbana que fue pensada como una pequeña ciudad que gozara de todos los servicios: incluyendo centros deportivos, teatros, cines, escuelas, hospitales y lo que a usted se le ocurra.
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Schreiber no se interesa tanto en las áreas verdes (aunque por ahí hay algún jardinero haciéndole al artista creando figuras en los arbustos) o en los demás espacios culturales sino como ya hemos dicho, en los edificios que integran dicho conjunto habitacional, la historia del conjunto y la visión de algunos de los habitantes de la zona sobre como perciben Tlatelolco.
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Bajo estas tres vertientes, el documental no pretende ser un trabajo exhaustivo por lo que si usted habita en Tlatelolco no podrá ver interés alguno en la peculiar forma de como se recoge la basura, de como las ratas abandonaron la zona en cuanto llegaron los gatos o en como los pepenadores se pelean por madrugar y recoger lo más útil.
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Este es el Tlatelolco en los tiempos previos a la Línea 3 del Metrobús y Schreiber siendo extranjera lo cuenta desde esa perspectiva sin adentrarse demasiado, pero cubriendo el terreno necesario durante los 75 minutos del documental.  Asi, el breve prólogo cuenta como en tiempos prehispánicos un poeta convertido en guerrero azteca prefirió la muerte a la conquista y tras ser derrotado en la batalla final que decidiera la victoria de Hernán Cortés y los españoles, este poeta se perdiera sin rastro en el mar.
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Hasta en este inicio Schreiber nos brinda una toma mostrando uno de los urbanos edificios de la zona para luego brindarnos los créditos con una música que goza del toque prehispánico apropiado con el cual todo aquel que haya bailado alguna danza  azteca durante el kinder podrá identificarse.
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La narración es tomada en este punto por algunos de los habitantes del conjunto: la señora que toca incesantemente un instrumento musical, que va a la tienda y convive con su hija que va a la secundaria de los cucarachos; el chico deportista que usa los aparatos junto con otros muchachos que también le hacen a eso de echar músculo; la mujer de bajos recursos a la cual la dejaron vivir junto a su nieto e hijo en uno de los cuartos de servicio que se encuentran en la azotea de uno de los edificios.
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Las miradas de estas personas o en el caso de un servidor, de estos vecinos, son las que aportan la historia de como viven ellos Tlatelolco, quienes se quejan de los nuevos habitantes pues estos son poco sociables. Ya hasta me sentí mal por no saludar a la vecina, pero dejando de lado los chismes y la vida cotidiana, el documental también cambia su interés intermitentemente en la tragedia del 68 y en menor medida, en  el terremoto del 85.
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Contraponiendo imágenes donde se ven los estudiantes manifestándose en 1968 con chicos en la actualidad jugando al futbol, este optimista contraste marca como en la misma zona donde hubo una matanza ahora hay jóvenes ociosos practicando el sano esparcimiento del deporte (aunque usted me diga que nada más andan peloteando mientras se arma la cáscara).
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Es ahí cuando se nos narra lo que ocurrió en esa época y también donde nos cuentan un poco sobre como el terremoto de 1985 afectó la zona. Y es que Tlatelolco se define por lo que sucede durante el 68, asi que es natural que Schreiber esté más interesada en la matanza que en el temblor, pues el temblor puede generalizarse a toda la ciudad de México.
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Y asi hasta llegar a los vecinos que para socializar deciden fundar un cineclub donde se proyectan películas al aire libre afuera del metro y estos se juntan para echar el café, algo sumamente apropiado cuando uno ve eldocumental en un lugar conocido como la sociedad de cine de Tlatelolco.
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En definitiva resultará extraño para los no iniciados, pues la narración toca superficialmente la vida de la zona y su enfoque arquitectónico tiene un interés muy particular que no busca satisfacer a todo el público. Esto hace que uno imagine que sea difícil que alguien que no sepa mucho sobre Tlatelolco pueda conectar con el documental, pues está narrado de una forma que no ayuda mucho a quien no sepa a interesarse en lo que se cuenta.
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Sin embargo como una probada de lo que es vivir en Tlatelolco, funciona bastante bien y uno imagina lo que podría haber hecho algún habitante de la zona, pero es imposible pedirle eso a Shreiber, asi que la probadita basta. Uno sale observando los edificios de regreso a casa tratando de ver los que aparecieron con mayor importancia dentro del documental y con ganas de ir a tocarle el timbre a los vecinos entrevistados.
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Entre todas estas historias vemos a los verdaderos protagonistas, los edificios, la mayoría de los cuales son mencionados como si se tratara de una porra diseñada por arquitectos. Y uno espera emocionado que se mencione y aparezca el edificio donde uno vive. Como habitante de Tlatelolco, uno sale algo decepcionado cuando ningunean el edificio donde uno vive. Pero bueno, fuera de rencores personales, el documental funciona a la perfección especialmente para estos rencorosos habitantes de nonoalco.
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Cosas raras de la cinefilia.

Antojito mexicano: Los tacos de afuera del Metro (Tlatelolco).

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