sábado, 2 de febrero de 2013

"180°"

DENUNCIA LO BUENO


Uno de los problemas graves de cierta parte del cine nacional viene del conflicto principal de las historias. Un conflicto siempre será menos interesante cuando el espectador puede resolverlo en cosa de 5 minutos, pero por alguna extraña razón los personajes tardan toda la película. El espectador por encima de los personajes, para que ello funcione se necesita ser un mago de la narración.



En "180°" más que una narración, hay una idea de lo que podría ser una historia de crecimiento personal/profesional. Y digo una idea porque nunca queda muy en claro en que consisten las supuestas estafas de los dos protagonistas o del porqué un par de estafadores se nos ponen a denunciar lo bueno pero no se inmutan con tal de quitarle a un viejito sus ahorros.



Uno de los personajes, por ejemplo, se empeña en criticar a sus paisanos, esos "mexicanos tranzas" que no tienen el valor y les vale meterse en la fila del super con más de 10 artículos aunque la fila del supermercado sea de menos de 10. El tipo se indigna ante este acto carente de ética pero es el mismo tipo que pretende venderle un jugador lesionado a un equipo de futbol.



Los protagonistas serían interesantes si estas contradicciones tuvieran un sentido narrativo dentro del arco dramático que sigue la historia, pero en vez de eso, el director Fernando Kalife se empeña en entregar su mensaje de superación personal de una manera bastante arbitraria. Es decir, los personajes no desarrollan un conflicto interno y las actuaciones tampoco nos ayudan a creer que estos personajes están poniendo en la balanza sus malas acciones con sus buenos pensamientos.



El título mismo y la cursi realización ya nos indican que estos personajes buscan un cambio hacia lo positivo, aunque estos chicos buenos que parecen malos nunca giren los 180° prometidos pues siempre se comportan como estafadores ñoños que hasta recitan el Salmo 23 cuando les falla la conexión del internet, ¡ ampáranos Señor !.



En "180°" la estafa a un equipo profesional de futbol tiene poco sentido tomando en cuenta que antes de contratar a cualquier jugador existe esa cosa llamada "exámenes médicos". Claro, ese es el reto para los estafadores, pero el conflicto es tan absurdo que el guión del propio Kalife ni siquiera se molesta en ponerle mucha atención a los detalles de la estafa, a no ser que echarle porras en el entrenamiento a un futbolista con la rodilla rota cuente como labor de convencimiento.



El interés está por supuesto en el mensaje de superación acerca de que uno puede cambiar y lograr lo que se proponga. Vaya, es el mismo Kalife de la más lograda aunque igualmente modesta "7 días", sin los beneficios del carisma de Jaime Camil. Pero en vez de a U2 con Bono y compañía, aquí tenemos al Cabrito Arellano echando cotorreo.



Manuel Garcia-Rulfo interpreta a este estafador con conciencia llamado Salvador casi de la misma forma que el inexpresivo Eduardo Arroyuelo interpretaba al promotor de “7 Días”, mientras que Rodrigo Cachero es el toque neurótico cómico que se la pasa criticando a esos mexicanos mediocres que están destinados a no progresar. Nuevamente tenemos a dos personajes protagonistas en busca de una “misión imposible”: traer a U2 a México en el caso de “7 Días” y venderle a un futbolista lesionado a un equipo profesional en el caso de “180°”.



Compitiendo contra si mismo Kalife sale muy mal librado, pues si bien ambas cintas se enfocan en ese conservador mensaje de “todo se puede”, aquí la ambigua narración deambula por múltiples personajes secundarios a tal grado que por momentos uno difícilmente sabe cual es el sentido de los otros personajes. En algún momento aparece Dolores Heredia discutiendo al teléfono en una conversación que parece importante, aunque nunca más volvamos a saber del personaje. ¿Qué diablos hace Dolores Heredia y que le discute a su marido o ex-marido?. No me pregunte, la historia deambula por el personaje del dichoso marido que a su vez extraña a su hija, un mafioso más chicho que los estafadores que a su vez es estafado por su esposa y así sucesivamente.



Extrañamente, a pesar de la falta de enfoque, el momento más emotivo de la cinta es cuando estos personajes coinciden en el mismo lugar sin darse cuenta que son protagonistas de la misma historia de superación. Claro que la mayor parte del tiempo estas coincidencias con los múltiples personajes son completamente absurdas, tanto así que llegará un momento en que un hombre le entregue a su hija a un hombre malo, nada más por reforzar el mensaje de que todos podemos ser buenos.



Las loables intenciones se pierden ante tales contradicciones y la falta de enfoque. Kalife intenta ser más ambicioso esta vez, pero no sabe como integrar a sus múltiples personajes. El mejor acierto de “180°” es la música de Ángel Illarramendi, que lo mismo combina la cursilería del Hans Zimmer de “True Romance” con el tono optimista que se busca darle a la historia.



Claro que si la música intenta integrar la idea del optimismo, la torpe edición arruina todo al encargarse de volver aún más incomprensible lo que sucede con los personajes. El mensaje a fin de cuentas logra entenderse a través de la idea, no del desarrollo. Es esa falta en el trabajo de guión, no tener conflicto bien fundamentado lo que vuelve a “180°” en un incomprensible poema conservadurista donde todos podemos darle un giro a nuestras vidas aunque hayamos sido unos hijos de la tiznada.



En resumen, una cinta ilegible cuyo positivo mensaje se ve enlodado por su narrativa.

Antojito mexicano: Podría haber sido la ostia, pero es una oblea bien cajetosa.

Posibilidades de Ariel: Si hubiera Nuevas Ternas del Ariel, seguro el Cabrito Arellano entraría en la categoría de “Peor cameo de futbolista en una película nacional” junto al Jorge Campos de “7 Años de Matrimonio”, al Oswaldo Sánchez de “Espíritu de Triunfo”, el Luis García de "Me late chocolate" y al Diego Forlán de "El sueño de Iván".
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Como seguramente esa categoría se la ganaría Jorge Campos mejor apúntela como posible nominada a Mejor Música y descártela para todo lo demás.





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